¿Dolor de cuello tras tirarse al agua en verano?

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El Dr.Reidel Rey Hernández, miembro del equipo de Traumatología y responsable asistencial de la Unidad de accidentes de tráfico del Hospital Quirónsalud Palmaplanas nos habla de esta afección

El dolor de cuello es una afección común que afecta a una gran parte de la población mundial. Puede tener múltiples causas, entre ellas posturas inadecuadas, traumatismos, tensiones musculares y actividades deportivas. Una práctica habitual durante el verano es tirarse de cabeza al agua —ya sea en piscinas, ríos o el mar—, un gesto que, aunque puede parecer inofensivo, puede implicar riesgos considerables para la columna cervical si no se realiza de forma adecuada. La evidencia científica actual destaca una serie de preocupaciones y recomendaciones en torno a esta práctica.

Anatomía y vulnerabilidad del cuello

El cuello o región cervical está formado por siete vértebras (C1 a C7), discos intervertebrales, músculos, ligamentos y nervios. Esta zona de la columna es altamente móvil pero también vulnerable a lesiones, especialmente cuando se expone a fuerzas repentinas o mal dirigidas, como ocurre en algunas zambullidas.

Un estudio publicado en el Journal of Trauma and Acute Care Surgery encontró que los traumatismos cervicales relacionados con actividades acuáticas representaban una fracción significativa de las lesiones medulares en jóvenes varones, especialmente cuando el nivel del agua es bajo o cuando se desconoce la profundidad. La energía cinética con la que el cuerpo impacta el agua, sumada a una mala alineación cervical al momento del ingreso, puede ocasionar desde esguinces hasta fracturas y daño neurológico permanente.

Riesgo de lesiones graves

La lesión más temida es la fractura cervical con lesión medular, que puede derivar en tetraplejia. Este tipo de lesión ocurre con más frecuencia cuando la persona se lanza de cabeza en aguas poco profundas o donde hay rocas u otros obstáculos ocultos. Según datos del National Spinal Cord Injury Statistical Center (EE. UU.), entre un 4% y un 15% de todas las lesiones de médula espinal en verano están relacionadas con zambullidas mal ejecutadas.

Aunque no todas las lesiones terminan en consecuencias tan graves, el impacto puede causar contracturas musculares, hernias discales, pinzamientos nerviosos e incluso conmociones cerebrales. En muchos casos, los síntomas iniciales pueden parecer leves —como rigidez, dolor o mareos— pero evolucionar con el tiempo hacia cuadros más serios si no se tratan adecuadamente.

Influencia biomecánica del gesto

La biomecánica de la zambullida es crucial. Tirarse de cabeza con el cuello en extensión o rotación aumenta la presión sobre ciertas vértebras. Si además los brazos no están correctamente alineados y extendidos por delante del cuerpo, la cabeza puede convertirse en el primer punto de contacto con el agua o con el fondo, lo que eleva considerablemente el riesgo de lesiones.

Los estudios también destacan que los adolescentes y adultos jóvenes tienen una mayor propensión a comportamientos de riesgo, como saltar en zonas no señalizadas o en estado de ebriedad, lo cual agrava el peligro.

Prevención y recomendaciones

La buena noticia es que la mayoría de estas lesiones son prevenibles. Las recomendaciones basadas en la evidencia incluyen:

  • Nunca lanzarse en aguas desconocidas sin verificar la profundidad, que debe ser de al menos 1,5 metros para una zambullida segura.
  • Evitar zambullidas en playas con oleaje fuerte o corrientes impredecibles.
  • Siempre entrar al agua con los brazos por delante, para que el impacto inicial lo absorban las extremidades superiores.
  • En piscinas, respetar las señales de “prohibido tirarse”.
  • Enseñar a niños y adolescentes técnicas seguras de entrada al agua y supervisarlos de cerca.

Aunque tirarse de cabeza al agua puede ser una forma divertida de refrescarse, no está exenta de riesgos. La ciencia médica ha documentado suficientes casos de lesiones cervicales para advertir sobre la necesidad de precaución. La prevención, el conocimiento del entorno y una técnica adecuada son claves para evitar daños en una zona tan delicada como el cuello. Actuar con prudencia es, sin duda, la mejor manera de disfrutar del verano sin comprometer la salud.

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