Dolor de espalda en el deporte: ¿qué deportistas lo sufren más?

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El dolor lumbar es una de las molestias más comunes entre deportistas de todos los niveles. Aunque el ejercicio físico suele proteger la salud de la columna, determinadas disciplinas implican movimientos o cargas que aumentan el riesgo de dolor o lesión en la zona baja de la espalda. La frecuencia varía según el tipo de deporte, la edad, el nivel competitivo y la técnica de ejecución.

En la población general, cerca del 80 % de las personas experimenta dolor lumbar en algún momento de su vida. En los deportistas, los estudios muestran cifras muy diversas: la prevalencia puntual puede oscilar entre un 10 y un 40 %, la prevalencia anual alcanza en muchos casos el 50 %, y la prevalencia de por vida puede superar el 60 %. Estas diferencias se deben a cómo se define el dolor lumbar y a la intensidad del entrenamiento.

Deportes con mayor frecuencia de dolor lumbar

Remo

Es uno de los deportes con mayor incidencia de dolor de espalda. Las largas sesiones de entrenamiento, las posturas forzadas y el movimiento repetido de flexión y extensión lumbar generan una gran carga sobre los discos intervertebrales. En remeros de élite, más de la mitad ha sufrido dolor lumbar al menos una vez durante su carrera deportiva.

Gimnasia artística y rítmica

Las hiperextensiones, los saltos y los impactos repetidos provocan sobrecarga en las vértebras lumbares. Los jóvenes gimnastas, especialmente en etapas de crecimiento, son un grupo de riesgo debido a la combinación de alta exigencia técnica y desarrollo óseo en curso.

Esquí de fondo y esquí alpino

El esfuerzo de estabilización constante y los movimientos de torsión aumentan la presión en la zona lumbar. Las caídas y los entrenamientos intensivos en pendientes contribuyen a una prevalencia elevada de molestias.

Halterofilia y powerlifting

Aunque el fortalecimiento muscular puede proteger la espalda, el levantamiento de cargas máximas genera fuerzas compresivas y de cizallamiento muy altas sobre las vértebras. El riesgo aumenta si la técnica no es adecuada o si se entrena con fatiga.

Equitación

Los jinetes están expuestos a vibraciones, movimientos repetitivos y posturas prolongadas. Estudios recientes muestran prevalencias de dolor lumbar de entre el 30 y el 80 %, dependiendo del nivel de práctica y otras actividades.

Deportes con prevalencia moderada

Fútbol

El dolor lumbar es relativamente frecuente, con prevalencias que pueden rondar el 25–35 %. Los giros bruscos, saltos y choques físicos imponen grandes demandas a la musculatura estabilizadora del tronco. Las posiciones que requieren más contacto físico, como defensas o porteros, presentan un riesgo algo mayor.

Baloncesto, voleibol y balonmano

Los saltos y giros repetitivos generan esfuerzos sobre la zona lumbar. Aunque la mayoría de los jugadores no sufre dolor crónico, los episodios agudos son comunes durante la temporada.

Ciclismo

Las posturas mantenidas en flexión prolongada y la vibración del terreno pueden provocar molestias lumbares. En ciclistas de larga distancia o de competición, la incidencia de dolor crónico aumenta si no se ajusta bien la bicicleta o si hay desequilibrios musculares.

Deportes con menor prevalencia

Running

Sorprendentemente, los corredores suelen presentar tasas más bajas de dolor lumbar que otros atletas. La carrera fortalece la musculatura estabilizadora del tronco y mejora la movilidad. Sin embargo, una técnica inadecuada, el sobreentrenamiento o una debilidad del core pueden aumentar el riesgo.

Golf y tiro deportivo

En estas disciplinas, el dolor lumbar depende más de la técnica y de la postura que del volumen de entrenamiento. Aun así, los movimientos repetidos de rotación pueden causar molestias en jugadores de élite.

Conclusión

El dolor de espalda es un problema frecuente en el deporte, pero no afecta por igual a todos. Las disciplinas con movimientos repetitivos de flexión o extensión, como el remo y la gimnasia, muestran las tasas más altas, mientras que actividades cíclicas como el running tienden a ser más protectoras.

El fortalecimiento del core, el control de las cargas y una técnica adecuada son las mejores estrategias preventivas. La detección temprana y la educación postural pueden marcar la diferencia entre una molestia pasajera y una lesión crónica.


Bibliografía

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